6 de julio de 2011

El fantasma de Canterville


1.  EL AUTOR
Oscar Wilde (1854-1900) es más popular por su vida que por su obra; sobresaliente por su cultura y por su inteligencia ya que desde sus años universitarios, decidió hacer de su existencia una "forma estética", moviéndose en la órbita del pensamiento más avanzado de su época.

Sus primera obras, la mayor parte de ellas carentes de interés, intentaron esa búsqueda de la Belleza que ya propugnaran otros autores contemporáneos; pero su fama se consagró cuando, a partir de la publicación de El retrato de Dorian Gray en 1890, Wilde optó por la defensa de su ideal decadentista basado en el paganismo, el sensualismo y la irreligiosidad. Wilde cosechó un enorme éxito con sus obras de teatro (La importancia de llamarse Ernesto, El abanico de Lady Windermere, Un marido ideal...).

La puritana sociedad inglesa no le perdonó que propagase sus ideales y, por ello, cuando Wilde no pudo negar por más tiempo su condición homosexual, se cebó con él confinándolo durante tres años en la cárcel, experiencia que le inspiró su última composición, La balada de la cárcel de Reading (1897).


2. EL FANTASMA DE CANTERVILLE
Este cuento se inicia como una sátira de la cultura utilitarista de los norteamericanos que contrasta cómicamente con los hábitos y creencias de la aristocracia inglesa. Aunque el fantasma se jacta de haber representado a múltiples personajes temibles a lo largo de los siglos, la realidad es que no consigue asustar ni impresionar a ningún miembro de la familia Otis, los norteamericanos, nuevos dueños del castillo de los Canterville en el que habita el fantasma.

El talante del cuento es, así, benévolamente jocoso, ya que Wilde no desprecia abiertamente a los norteamericanos, sino que se limita a satirizar y contrastar su cultura con la de la aristocracia británica, a la que también satiriza. El relato de Wilde deriva, como casi todos los suyos, hacia el sentimentalismo cuando Virginia, la hija de los Otis, se apiada del fantasma y lo ayuda a morir, es decir, a alcanzar el tan anhelado descanso.

El autor se burla también de la novela gótica (género literario muy popular en Inglaterra durante el siglo XIX, en el que abundan los fantasmas, los castillos, las escenas de terror y las amas de llaves amenazadoras), y se burla también de los excesos del romanticismo.

La aportación más interesante de Wilde es el giro cómico que da a la trama, y la más inesperada, el tono sentimental con que concluye. Es un final, por otra parte, muy característico de los cuentos de Wilde, pues no sólo identifica al artista con el fantasma, sino que lo proyecta como víctima incomprendida de todos menos de Virginia, a quien el fantasma transmite el mayor de los secretos, inaccesible a los demás: "Me hizo entender la Vida y el sentido de la Muerte, y por qué el Amor es más fuerte que una y que otra".
[Material extraído de la Historia de la Literatura Universal, volumen 7, de E. Iañez, editorial Tesys-Bosch y de la magnífica introducción de Aránzazu Usandizaga, en la edición de El fantasma de Canterville de la editorial Vicens Vives]

No hay comentarios:

Publicar un comentario